En este artículo
1. ¿A qué se debe su nombre?
A pesar de llamarse leopardos de las nieves, estos grandes gatitos están más emparentados con los tigres que con los leopardos. Los leopardos de las nieves y los tigres comparten incluso un antepasado común, ¡lo que prácticamente los convierte en hermanos! Sin embargo, el dibujo del pelaje de un leopardo de las nieves se parece al de un leopardo, de ahí el nombre de estos esponjosos gatitos blancos. Ah, ¡y también viven en la nieve!
2. Escaladores nómadas
Los irbis o leopardos de las nieves se encuentran en varias cordilleras de gran altitud de Asia, incluido el Himalaya. Estos grandes felinos llevan un estilo de vida nómada, pero en general prefieren los terrenos montañosos rocosos y los acantilados escarpados, ya que ofrecen una gran vista de su territorio. En invierno, estos gatitos viven en zonas bastante bajas, a unos 1.200 m sobre el nivel del mar, mientras que en verano emigran a altitudes más elevadas, de hasta unos asombrosos 6.000 m.
3. Fantasmas de las montañas
Con su pelaje moteado, los leopardos de las nieves son muy difíciles de ver. No sólo viven en zonas desérticas, sino que son muy tímidos y evitan cualquier contacto con los humanos. Esto, combinado con un estilo de vida solitario y un pelaje que se camufla, los hace casi invisibles al ojo humano. No es de extrañar que el leopardo de las nieves se haya ganado el apodo de «fantasma de las montañas» y sea objeto de multitud de historias misteriosas.
4. Vestidos contra el frío
Para sobrevivir en las frías y escarpadas montañas de Asia Central, el leopardo de las nieves ha desarrollado algunas adaptaciones notables. Su pelaje gris blanquecino moteado, que puede alcanzar hasta 12 cm de longitud en el vientre, se extiende incluso por debajo de las patas, lo que permite a estos grandes felinos caminar sobre la nieve sin hundirse ni enfriarse los dedos de las patas: ¡como raquetas de nieve incorporadas!
Y eso no es todo. Con una cola excepcionalmente larga y tupida, prácticamente una bufanda acogedora, puede mantenerse caliente por la noche. La cola también sirve de reserva de grasa para las épocas de escasez. ¡Qué práctico!
5. Atletas natos
A pesar de su aspecto fornido, los irbis o leopardos de las nieves son en realidad bastante atléticos. Para soportar las aventuras de las escarpadas montañas, tienen unas patas fuertes que pueden recorrer 40 km en una sola noche. En segundo lugar, el leopardo de las nieves puede saltar hasta 15 metros, y tan alto como 6 metros. Impresionante, ¿verdad?
6. Comedores lentos
¿Por qué engullir una deliciosa comida en minutos cuando puedes saborearla durante unos días? Cada 8-10 días, los leopardos de las nieves cazan un animal grande, como un bharal o un argali (animales parecidos a las ovejas), o incluso un íbice asiático (un tipo de cabra). Luego lo consumen lentamente durante 3-4 días.
Para asegurarse de que el cadáver no desaparezca, los leopardos de las nieves o irbis pueden protegerlo de otros depredadores o almacenarlo en túneles de nieve. Sin embargo, ni siquiera la caza más exitosa impide a estos depredadores oportunistas disfrutar de animales más pequeños y fáciles de capturar, como conejos, topillos y marmotas, como sabroso tentempié.
7. Romance breve
Aunque el leopardo de las nieves es un animal solitario, machos y hembras buscan su mutua compañía durante la época de celo. Durante esta época, estos felinos salvajes pueden dejar marcas de olor para atraer a sus parejas a su territorio, seduciéndose mutuamente con llamadas y exhibiciones visuales. Tras el apareamiento, el leopardo de las nieves macho y la hembra cazan juntos durante unos días antes de separarse.
8. Vocalización única
A diferencia de otros grandes felinos, el leopardo de las nieves no puede rugir. ¿Por qué? Porque a su cuerda vocal le falta la capa de tejido elástico responsable de crear el sonido profundo y retumbante.
Sin embargo, el leopardo de las nieves puede maullar, gruñir, aullar e incluso ronronear y resoplar. Este último es un soplido juguetón que se hace soplando por la nariz con la boca cerrada. ¡Qué mono!